Por: José Antonio Alcaraz Suárez
«Los armarios atestados y desordenados reflejan una mente en desorden. Mientras limpias los armarios, dígase que está limpiando sus armarios mentales, pues, al universo le encantan los gestos simbólicos. Haga lugar para lo nuevo sí, haga lugar para lo nuevo”.
Louise L. Hay
Esta vivencia es muy significativa, pues transformó mi vida. Pasó hace más de diez años y fue gracias a una querida amiga del alma llamada Keenuane Umai, una maestra del corazón y del Portal 1111, quien me enseñó a sanear mi espacio, corazón y mente. Ahí les va:
En 2011 vivía abrumado, en un constante caos mental, sin brújula y con miedo. Entre tanto desorden, algo dentro de mi susurraba la urgente necesidad de terminar con ese caos para sentirme mejor conmigo y los demás.
Fastidiado, miré mi casa y corroboré el reflejo del caos interno: zapatos, tenis y ropa sucia tirada; platos, vasos y utensilios sucios en el fregadero; polvo por todos lados, objetos rotos y papeles desparramados; la cama destendida, pilas de periódicos…
También tenía un viejo televisor de 29 pulgadas en el que solo se veía un canal. Me lo regaló la señora que me alquilaba la casa. Era, para mi, el aparato electrodoméstico más valioso, pues, era la única compañía para apalear la “Sol-Edad” que sentía cuando llegaba a casa después del trabajo.
Me daba miedo deshacerme del televisor o de los periódicos atiborrados, por fecha, pues, estos últimos representaban mi identidad y el trabajo periodístico de años.
EL FIN DEL CAOS
Cuando conocí a Keenuane Umai, una maestra del corazón quien se convirtiera en parte de mi familia galáctica, en el taller «11:11 Viviendo Vidas Verdaderas», sin saber de la situación que atravesaba me sugirió hacer una limpieza profunda de ser y pensamiento, una renovación, que incluyera todo.
Con resistencia y escepticismo llevé al caos a su punto máximo para colapsarlo, es decir, generé más caos al concentrar, en un solo punto, todo lo que tenía que arreglar para que así no hubiera otra opción más que ordenarlo. Es así que tuve la oportunidad de transformar y limpiar mi casa y mi vida. Tardé una semana.
ENTRE MÁS SUELTAS, MAS TE HA DE LLEGAR
El viejo televisor quedó, junto con muchas otras cosas, en la entrada de la casa. Aún tenía ese sentimiento de no querer tirar ese aparato electrodoméstico, pero, era necesario. Fue entonces que recordé la frase que dice “entre más sueltas más te ha de llegar”.
No tenía nada que perder, pero si mucho que sacar. No solo desempolvé mi casa, también, REMOVÍ LA ENERGÍA ESTANCADA en mí y en mi espacio físico, disponiéndome a fluir y estar abierto a la totalidad de las posibilidades.
TODO SE RENOVÓ
A los tres meses llegó, recuerdo, una pantalla nueva de 32 pulgadas en la cual disfrutaba ver películas (ahora ya tengo otra y la mera verdad, casi ni la prendo, jajaja). La pila de periódicos, junto con ropa vieja sirvió de donativo para una veterinaria.
Gracias a esta lección, entendí que el acumulamiento antiguo de objetos, prendas o aparatos, que no se ha usado en un largo tiempo y que suelen estar en cajas, armarios, muebles, garajes, incluso, en la computadora son un reflejo de lo interno, del pasado y de las viejas emociones y sentimientos que se apoderan del presente y esto, a la vez, evita que nuevas oportunidades, cosas o personas entren a tu vida”.
El miedo al cambio y a la carencia se disipó y llegaron oportunidades en todos los aspectos y sobre todo claridad, estabilidad y consciencia. Cuando hice esta renovación de mi casa y de mi interior agradecí a cada momento por los objetos o ropa que me deshacía y que en algún momento me sirvieron.
GRACIAS