Por: José Antonio Alcaraz
Antes de empezar la reflexión, quiero felicitar y reconocer a los hombres sabios que sienten, que lloran y que se atreven a explorar las cavernas internas para ser mejores. A aquellos hombres protectores que también se protegen a sí mismos, que no solo dan amor a su familia o seres queridos, sino que también se lo dan a ellos.
Porque todos somos hombres valiosos, pues también en nosotros anida esa feminidad que nos hace fuertes. Esta felicitación viene a cuenta por ser el Día del Padre (en México). Por ello, dedico estas palabras hablando de la energía masculina, una parte de mí que en gran parte de mi vida la tuve descoyuntada de mi parte femenina, cometiendo absurdos e inconsciencias en lo que fue “Mi Noche del Alma”.
La energía masculina nos conecta con nuestro propósito y misión en la vida. Nos impulsa a explorar el mundo, a aprender y a crecer. Es la energía del GUERRERO ESPIRITUAL, que no lucha con violencia, sino con sabiduría y compasión, protegiendo lo que es justo y verdadero.
Quiero recordar que, tanto hombres como mujeres, poseemos dos tipos de circuitos electromagnéticos que nos hacen funcionar eléctricamente en esta realidad (virtual): la energía femenina y la energía masculina. Ambas son esenciales y, desde luego, manipulables, más en esta era de las distracciones, de los placeres y recompensas instantáneas (sexo, drogas y alcohol, unos ejemplos).
En esas distracciones, la gran mayoría de los humanos están prisioneros, son cárceles en las que ni ellos mismos saben que están. Desde esa energía primigenia deformada, entidades no humanas se abastecen.
COMPARTIR, IMPARTIR, DAR Y PROVEER
Pero bueno, hablemos de las cualidades de la energía masculina: es la fuerza primordial que impulsa la creación, la acción y la transformación de lo que conocemos en el universo. Es conocida también como el principio Yang en las filosofías orientales, representa la fuerza, la iniciativa y el poder de manifestar nuestros deseos y metas en el plano físico.
Esta energía tiene que ver con el COMPARTIR, IMPARTIR, DAR Y PROVEER. Es un instinto de garantizar la supervivencia, la capacidad de proveerte, de controlarte, de domesticarte y de nutrirte. Por ello es importante equilibrarla y cultivarla en ti, de lo contrario, GENERA RECHAZO, CAOS Y DEGRADACIÓN, lastimando a todos aquellos que están a tu alrededor, llámense pareja, hijos y familia.
Esta energía nos enseña a establecer límites saludables, a defender nuestras convicciones y a perseverar ante la adversidad. Es crucial comprender que la energía masculina debe estar equilibrada con la energía femenina para lograr una armonía interior.
La energía femenina, con sus cualidades de receptividad, intuición y nutrición, complementa y suaviza la energía masculina, creando un flujo armonioso que nos permite vivir en equilibrio y paz.
En el camino espiritual, trabajar con la energía masculina implica despertar y canalizar esta fuerza con consciencia. Meditación, prácticas de yoga, artes marciales y ejercicios de respiración son algunas de las formas de cultivar y equilibrar esta energía. Al hacerlo, podemos transformar nuestra vida, manifestando nuestros sueños y metas desde un lugar de poder interno y sabiduría.
En última instancia, ESTA ENERGÍA DEL GUERRERO es un aspecto sagrado de nuestro ser, una expresión del divino en acción. Reconocer y honrar esta energía nos permite vivir con mayor propósito, integridad y autenticidad, iluminando nuestro camino espiritual y el de aquellos que nos rodean.
GRACIAS