José Antonio Alcaraz
Cometer errores es una parte intrínseca, prácticamente, obligada del viaje hacia el crecimiento personal y profesional. A menudo, la sociedad nos enseña a temer el error, a verlo como un fracaso o una señal de incompetencia. Sin embargo, esta perspectiva es limitada y, en verdad, nos priva de una de las herramientas más poderosas al aprendizaje y el desarrollo.
Y vaya que, cuando no eres consciente del potencial del error, hay mucha mortificación. Es mi caso, pues por muchos años viví en el “error” de evitar a toda costa los errores, desde la escuela, hasta en las diferentes etapas de mi vida. Eso trajo mucha frustración, estrés y resentimiento.
Hoy lo veo diferente. Cada error que cometemos es una oportunidad para aprender algo nuevo sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, pues, cuando intentamos algo nuevo y fracasamos, estamos explorando nuestras posibilidades y capacidades, desafiando nuestros límites y expandiendo nuestra zona de confort. Es en estos momentos de dificultad donde se forjan las habilidades y los conocimientos más profundos.
Aceptar que está bien cometer errores implica abrazar la vulnerabilidad y reconocer que la perfección es una ilusión. Nadie alcanza el éxito sin haber tropezado en el camino. Los grandes inventores, artistas y líderes que admiramos no llegaron a donde están porque evitaron los errores, sino porque los enfrentaron y aprendieron de ellos.
Cuando cometemos un error, nos encontramos en una encrucijada: podemos optar por la autocompasión y el crecimiento, o podemos hundirnos en la autocrítica y la inacción. La clave está en cambiar nuestra mentalidad de “he fracasado” a “he aprendido”. Cada error lleva consigo una lección valiosa, una oportunidad para ajustar nuestro enfoque, refinar nuestras habilidades y crecer como individuos.
Además, intentar y errar nos recuerda que somos humanos y que el aprendizaje es un proceso continuo. Nos anima a ser más pacientes con nosotros mismos y con los demás, fomentando una cultura de comprensión y apoyo mutuo. Cuando aceptamos nuestros errores, también inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un entorno donde todos se sienten seguros para innovar y arriesgarse.
Entonces, la próxima vez que te enfrentes a un error, recuerda que no es el fin del mundo. Es un paso más en tu camino hacia la grandeza. Celebra tu valentía por intentarlo, aprende lo que puedas de la experiencia y sigue adelante con renovada determinación. Porque está bien cometer errores. Significa que estás intentando, y cada intento te acerca un poco más a tus sueños y metas.
GRACIAS