Redacción
MIXQUIAHUALA, HGO.- Raúl Serrano Espinosa, padre de la Parroquia Santa María De Guadalupe, municipio de Mixquiahuala, fue señalado de realizar presuntas prácticas libidinosas y abuso sexual contra una joven cuando tenía 17 años de edad.
La propia víctima es la que dio a conocer la terrorífica historia bajo la publicación “Ni perdono ni olvido” en la que narró hechos cometidos por el jerarca de la iglesia católica de la diócesis de Tula.
AQUÍ LA HISTORIA:
Esta es mi historia. Tenía 14 años cuando lo conocí al sacerdote Raúl Serrano, pues era quien se encargaba de la pastoral vocacional de la Diócesis de Tula; con el tiempo, tanto mi familia y yo, empezamos a convivir más con él.
Yo empecé a ir a todos los retiros vocacionales que dirigía. Él estaba en convivencia con niños, niñas y jóvenes que asistíamos a esos eventos y mi nivel de acercamiento hacia él no era tanto, pero, años después fue asignado como párroco en Mixquiahuala de Juárez. Cuando esto sucedió, yo decidí visitarlo un día para confesarme.
MI CUENTO DE TERROR
En un principio no noté nada raro. Yo comencé a visitarlo más a menudo pues la parroquia quedaba cerca de donde yo estudiaba; en esos momentos había algunos detalles extraños: me citaba siempre en un horario en el que no se encontraba nadie, con la excusa de que no confiaba en la gente de ahí, su manera de mirarme, abrazarme y sus preguntas incómodas.
Yo le tenía mucho afecto y confianza, además de que en aquel entonces estaba demasiado involucrado en la vida católica, tanto que considere ir a un convento. Cuando le comenté mi idea me dijo que ‘no era para mí’ porque veía que yo tenía ‘la capacidad de amar a un hombre demasiado pasional’. Con el paso del tiempo y las visitas fue subiendo de tono sus preguntas y de sus caricias.
CERRO LA PUERTA, ME ABRAZO Y SENTÍ SU ERECCIÓN
La última vez que accedí a visitarlo en su oficina, cerró la puerta con llave y me abrió los brazos para abrazarme, momento en el cual yo pude sentir su erección. Después se recostó en una silla y me hizo sentarme en otra, a un lado de él.
Mientras recostaba mi cabeza, en medio de sus piernas y me acariciaba el pelo, recuerdo con horror el temblor de sus manos al momento de tocarme como ansioso Aquella tarde me hizo preguntas sobre mí vida sexual y sobre un abuso sexual que había sufrido en la infancia.
Preguntas: ‘¿cómo te penetró?, ¿has estado con alguien más?, ¿tienes novio?’ Estuve en esa oficina como una hora, en la cual, por más que me esforcé en distraerlo no dejes de abrazarme y de meter sus manos bajo mi blusa, todo el tiempo preguntando ‘¿qué sientes?, ¿qué sientes cuando estás conmigo?
ME MANIPULÓ PARA QUE ME QUEDARA CALLADA
Incluso hubo un momento en el que me acorralo en una esquina del baño, me mantuvo apretada a él. Tenía 17 años y ya en aquel entonces estaba aterrada, paralizada, sin saber qué hacer.
Me asustaba negarme a gritar y que él se enfadará o si fuese violento o agresivo conmigo, porque había tres puertas cerradas y él tenía las llaves. Pero lo único que quería era llorar y gritarle lo hipócrita que era ¿cómo se atrevió a hacerme aquello?
LO CONFRONTÓ
Luego me manipulo para que me quedara callada sobre lo que pasó aquel día. Hace un año tuve la fortaleza de ir a enfrentarlo, él se asustó y me pidió perdón. Sin embargo, ahora que está enfermo y grave, dice que las cosas no pasaron así y que él tiene una versión diferente.
No sé qué podría estar pensando al no ver el miedo en mi rostro al creer que lo que hacía estaba bien cuando el tenía casi 60 años.
NO QUIERO QUE ESTO SE QUEDE ASÍ
No quiero que esto se quede así, porque si yo no puedo dormir tranquila, no puedo salir a la calle tranquila, no puedo ir a una iglesia tranquila sin sentir asco, no puedo permitir ni siquiera un abrazo de mi familia por el asco que siento a que me toquen.
Entonces, él tampoco tiene derecho a vivir sus últimos días en paz, no mereces a paz, no quiero que la tenga Aunque es protegido por la iglesia incluso algunas mujeres monjas me han atacado por defenderlo a él no voy a dejar que tenga la paz de mi silencio. Ya no.
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