Por: José Antonio Alcaraz
Francamente, hoy no tengo ganas de escribir esta columna. Amanecí con un brumo de melancolía, tristeza e introspección que inundaron mi cabeza y pecho. Fácilmente se permearon en mi estado de ánimo. Sin embargo, recordé que llevo casi un mes sin compartirles nada…
A pesar de mi desanimo, hablaré de esa tristeza y deseo de rendirse en soledad. Esa tristeza es una emoción natural. Me queda claro que, no debe dominar ni determinar nuestras acciones o decisiones.
Siempre recuerdo que las emociones son pasajeras y una elección y que tarde que temprano, ME VOY A MORIR (Memento mori), pues todo lo que amamos y poseemos es temporal, incluidas las relaciones, bienes materiales e incluso, reitero, nuestra propia vida.
Saben, desde hace unos meses escucho lecciones del ESTOICÍSMO (escuela filosófica que se originó en Atenas a principios del siglo III a.C. y que se basa en el control de las pasiones, los hechos y las cosas que perturban la vida). Diariamente encuentro palabras que nutren mi ser, mi resiliencia y me dan perspectiva y fortaleza a la vida.
Hace unos días, escuchaba una lección de Marco Aurelio (uno de los filósofos estoicos más destacados) que dice: “aunque no podemos controlar las circunstancias externas que nos generan tristeza, sí podemos controlar nuestra actitud y nuestras respuestas ante ellas” (algo titánico).
No obstante, lo anterior no quiere decir que se promueve la represión emocional. Es una forma de manejar las emociones, de tal forma que nos permita vivir en paz y armonía con la naturaleza y la razón. Por eso, hoy dejó que estas emociones penetren hasta donde tengan que penetrar.
DISTINGUIR ENTRE ‘LO QUE ESTÁ BAJO NUESTRO CONTROL’ Y ‘LO QUE NO LO ESTÁ‘
Según los estoicos, la causa principal de la tristeza y otras emociones negativas es la confusión entre estos dos aspectos. Las circunstancias externas, como la pérdida de algo o alguien, no están bajo nuestro control; sin embargo, nuestra interpretación de estos eventos y nuestra reacción ante ellos sí lo están.
Marco Aurelio, decía: «Si te afliges por algo externo, no es eso lo que te afecta, sino el juicio que haces sobre ello. Y está en tu poder revocar ese juicio en cualquier momento». La clave para superar la tristeza, entonces, es cambiar nuestra perspectiva sobre lo que nos sucede.
AMOR FATI: ACEPTACIÓN
La aceptación es una práctica: “aceptación de la realidad tal como es” y que, al menos para mí, resulta todo un reto. Esto se conoce como «AMOR FATI» (amor al destino). No se trata de resignarse pasivamente, sino de aceptar con serenidad lo que la vida nos ofrece, comprendiendo que todo sucede conforme a la razón universal.
Epicteto, otro gran maestro estoico, afirmaba: “No busques que las cosas sucedan como deseas, sino desea que sucedan tal como suceden, y así serás feliz”. Esta aceptación nos permite encontrar paz incluso en medio del dolor, ya que entendemos que la tristeza forma parte de la naturaleza de la vida.
Otra enseñanza importante del estoicismo es el “uso de la razón para gestionar nuestras emociones”. Para los estoicos, las emociones intensas como la tristeza surgen de juicios irracionales sobre las situaciones. Por ejemplo, podemos sentirnos tristes por perder un objeto valioso porque lo hemos atribuido un valor mayor del que tiene en realidad. En este sentido, Séneca decía que “la tristeza es la consecuencia de valorar en exceso lo que puede perderse”.
Para los estoicos, ninguna cosa externa tiene valor inherente; lo único verdaderamente valioso es nuestra virtud, es decir, nuestra capacidad de actuar con sabiduría y justicia. Cuando enfocamos nuestra atención en cultivar nuestra virtud y en vivir de acuerdo con la razón, las emociones negativas pierden fuerza.
La siguiente semana continuaré filosofando con el “MEMENTO MORI”… por hoy, ya me voy a practicar elegir cómo reacciono. Por el momento seguiré escuchando música de Ricardo Arjona, me gustan sus melancólicas coplas y letras.
GRACIAS